febrero 27, 2004
Las ciencias de la información
Para continuar con el tema y terminar por ahora, quiero referirme el llamado sistema de las ciencias de la información. Sigo rastreando la aparición del término en plural y no encuentro nada anterior a la década de los noventa -la búsqueda no es todo lo exhaustiva que quisiera pero sí ha sido permanente-. Lo que ha existido siempre es la ciencia de la información en singular que es la misma documentación.
Sin embargo el plural ha crecido en popularidad y está sostenido una única premisa:
Se reúnen las ciencias o disciplinas relacionadas con la información documental, dedicadas a su selección, procesamiento, disposición y recuperación; en unidades de información y en sistemas de información. Estos procesos comunes con un conjunto común de objetos llamados genéricamente documentos, es la razón de la reunión que quiere hacerse pasar por una profesión o una disciplina única.
Pero aunque la denominación de documento y los nombres de los procesos son comunes, no son los mismo documentos y los procesos no son tan comunes aunque sus nombres lo sean.
Veamos una por una las disciplinas invitadas a este convite:
- La bibliotecología y la documentación comparten el tipo de documento o información que las ocupa, el que hemos llamado bibliográfico: un documento producido voluntariamente de carácter informativo con fines de distribución o comunicación, sin importar su soporte. Las diferencias con las que lo abordar ya las plantee en el comentario anterior.
- La archivística tiene un tipo documental muy particular llamado justamente archivístico: es un registro documental, sin importar su soporte, de las acciones o actos realizados por personas naturales o jurídicas en el cumplimiento de sus funciones. En consecuencia es involuntario y único.
- La museología o museografía tiene otro tipo documental, no soy capaz de definirlo pero los ejemplos con comunes a todos los nosotros: las obras de arte, las piezas arqueológicas o antropológicas y casi cualquier objeto humano o elemento natural pueden ser documentos de museo.
Me detendré a presentar mis objeciones a la reunión de las tres primeras, porque no tengo el conocimiento mínimo suficiente para tratar a la museología y sus procesos.
Afirmar que la bibliotecología, la documentación y la archivística no son más que ramas de especialización de una misma práctica y que los "profesionales de la información" pueden moverse entre ellas con total competencia, por el sólo hecho de que todas trabajan con información documental y tienen unidades de información en las que sistematizan esta información, es tanto como decir que un médico veterinario y un médico "humano" pueden hacer ambos esencialmente lo mismo porque trabajan con seres vivos y tienen ambos clínicas en las que atienden las enfermedades.
Así como la diferencia entre los seres humanos y los animales es tan definitiva que hay que elegir sólo un tipo y una única carrera para ser médico de unos u otros, así la diferencia entre un documento archivístico y uno bibliográfico es tan determinante que habría que estudiar o el uno el otro para poder ser cabalmente o bibliotecario o archivista.
Para los procesos, la analogía sigue siendo válida, ambos médicos hacen diagnósticos, medicaciones y cirugías a sus sujetos, como nosotros hacemos todos recuperación, descripción y difusión de nuestros documentos. Pero la diferencia en los tipos documentales hace que los procesos aunque son desde la generalidad el mismo proceso se realice de manera muy distinta y por tanto haya que recibir una formación específica para cada uno de ellos.
Quienes están con el modelo de las ciencias de la información consideran que los planes de estudio profesional, deben formar en las tres o cuatro áreas (incluida la museología) con base en los aspectos comunes y permitir a los egresados que se especialicen en cualquiera de ellas. Yo creo que no es posible hacer un pregrado con base en esas generalidades porque son bastante pobres a la hora del estudio juicioso de cada una de estas disciplinas, a más de que cada una de ellas tiene sus propias áreas de especialización y ninguna de ellas me parece despreciable. Con pregrados de cinco años en promedio es imposible conocer con suficiencia las tres o cuatro.
Considero más apropiado que un bibliotecario al graduarse pueda especializarse en servicios bibliotecarios en línea, o en algún tipo de unidad de información; que un documentalista al graduarse pueda especializarse en gestión empresarial o en terminología; y que un archivista pueda especializarse en tipologías archivísticas o en periodos temporales históricos. Pero no lo anterior, nadie espera entrar a estudiar ciencias de la salud, para luego salir médico o médico veterinario o enfermero, se entra a cada una de ellas y luego se hacen especializaciones en sus ramas propias.
Es posible que las afinidades sean mucho más cercanas entre la bibliotecología y la documentación, algo así como las de las de la veterinaria y la zootecnia, ambas tienen a los animales como objetos pero con finalidades muy distintas. Algunas universidades forman médicos veterinarios y zootecnistas en una misma carrera como en España se forman los bibliotecarios y los documentalistas, pero también están como profesiones independientes. Pero sobre eso es el anterior comentario y no quiero repetir lo mismo.
Así que para mí las llamadas ciencias de la información son sólo una subdivisión de las ciencias sociales y humanas y del espíritu, al mismo nivel que las ciencias naturales, o las ciencias exactas, o las ciencias aplicadas: que reúnen disciplinas con aspectos comunes y estrechamente relacionadas, pero tienen cada una un cuerpo práctico y teórico lo suficientemente amplio como para ser consideradas disciplinas individuales con profesionales y especializaciones propias.
Nadie se titula como "científico natural", se titula como biólogo, o geólogo, astrónomo...
Habrá algún médico que quiera cambiar su titulo por el de "Profesional de la Salud"?
Por qué queremos nosotros titularnos como "Profesionales de la información"?
Claro que los somos, pero ese nos el nombre de una profesión o una disciplina, es el nombre de un grupo de profesionales con aspectos en común, eso es todo. Clases generales para organizar universidades y guías telefónicas.
Sin embargo el plural ha crecido en popularidad y está sostenido una única premisa:
Se reúnen las ciencias o disciplinas relacionadas con la información documental, dedicadas a su selección, procesamiento, disposición y recuperación; en unidades de información y en sistemas de información. Estos procesos comunes con un conjunto común de objetos llamados genéricamente documentos, es la razón de la reunión que quiere hacerse pasar por una profesión o una disciplina única.
Pero aunque la denominación de documento y los nombres de los procesos son comunes, no son los mismo documentos y los procesos no son tan comunes aunque sus nombres lo sean.
Veamos una por una las disciplinas invitadas a este convite:
- La bibliotecología y la documentación comparten el tipo de documento o información que las ocupa, el que hemos llamado bibliográfico: un documento producido voluntariamente de carácter informativo con fines de distribución o comunicación, sin importar su soporte. Las diferencias con las que lo abordar ya las plantee en el comentario anterior.
- La archivística tiene un tipo documental muy particular llamado justamente archivístico: es un registro documental, sin importar su soporte, de las acciones o actos realizados por personas naturales o jurídicas en el cumplimiento de sus funciones. En consecuencia es involuntario y único.
- La museología o museografía tiene otro tipo documental, no soy capaz de definirlo pero los ejemplos con comunes a todos los nosotros: las obras de arte, las piezas arqueológicas o antropológicas y casi cualquier objeto humano o elemento natural pueden ser documentos de museo.
Me detendré a presentar mis objeciones a la reunión de las tres primeras, porque no tengo el conocimiento mínimo suficiente para tratar a la museología y sus procesos.
Afirmar que la bibliotecología, la documentación y la archivística no son más que ramas de especialización de una misma práctica y que los "profesionales de la información" pueden moverse entre ellas con total competencia, por el sólo hecho de que todas trabajan con información documental y tienen unidades de información en las que sistematizan esta información, es tanto como decir que un médico veterinario y un médico "humano" pueden hacer ambos esencialmente lo mismo porque trabajan con seres vivos y tienen ambos clínicas en las que atienden las enfermedades.
Así como la diferencia entre los seres humanos y los animales es tan definitiva que hay que elegir sólo un tipo y una única carrera para ser médico de unos u otros, así la diferencia entre un documento archivístico y uno bibliográfico es tan determinante que habría que estudiar o el uno el otro para poder ser cabalmente o bibliotecario o archivista.
Para los procesos, la analogía sigue siendo válida, ambos médicos hacen diagnósticos, medicaciones y cirugías a sus sujetos, como nosotros hacemos todos recuperación, descripción y difusión de nuestros documentos. Pero la diferencia en los tipos documentales hace que los procesos aunque son desde la generalidad el mismo proceso se realice de manera muy distinta y por tanto haya que recibir una formación específica para cada uno de ellos.
Quienes están con el modelo de las ciencias de la información consideran que los planes de estudio profesional, deben formar en las tres o cuatro áreas (incluida la museología) con base en los aspectos comunes y permitir a los egresados que se especialicen en cualquiera de ellas. Yo creo que no es posible hacer un pregrado con base en esas generalidades porque son bastante pobres a la hora del estudio juicioso de cada una de estas disciplinas, a más de que cada una de ellas tiene sus propias áreas de especialización y ninguna de ellas me parece despreciable. Con pregrados de cinco años en promedio es imposible conocer con suficiencia las tres o cuatro.
Considero más apropiado que un bibliotecario al graduarse pueda especializarse en servicios bibliotecarios en línea, o en algún tipo de unidad de información; que un documentalista al graduarse pueda especializarse en gestión empresarial o en terminología; y que un archivista pueda especializarse en tipologías archivísticas o en periodos temporales históricos. Pero no lo anterior, nadie espera entrar a estudiar ciencias de la salud, para luego salir médico o médico veterinario o enfermero, se entra a cada una de ellas y luego se hacen especializaciones en sus ramas propias.
Es posible que las afinidades sean mucho más cercanas entre la bibliotecología y la documentación, algo así como las de las de la veterinaria y la zootecnia, ambas tienen a los animales como objetos pero con finalidades muy distintas. Algunas universidades forman médicos veterinarios y zootecnistas en una misma carrera como en España se forman los bibliotecarios y los documentalistas, pero también están como profesiones independientes. Pero sobre eso es el anterior comentario y no quiero repetir lo mismo.
Así que para mí las llamadas ciencias de la información son sólo una subdivisión de las ciencias sociales y humanas y del espíritu, al mismo nivel que las ciencias naturales, o las ciencias exactas, o las ciencias aplicadas: que reúnen disciplinas con aspectos comunes y estrechamente relacionadas, pero tienen cada una un cuerpo práctico y teórico lo suficientemente amplio como para ser consideradas disciplinas individuales con profesionales y especializaciones propias.
Nadie se titula como "científico natural", se titula como biólogo, o geólogo, astrónomo...
Habrá algún médico que quiera cambiar su titulo por el de "Profesional de la Salud"?
Por qué queremos nosotros titularnos como "Profesionales de la información"?
Claro que los somos, pero ese nos el nombre de una profesión o una disciplina, es el nombre de un grupo de profesionales con aspectos en común, eso es todo. Clases generales para organizar universidades y guías telefónicas.
febrero 25, 2004
Bibliotecólogos y Documentalistas
La condensación actual de la bibliotecología y la documentación es consecuencia de la fusión de funciones y de la falta de delimitaciones propias y la carencia de trabajos epistemológicos que nos muestren claramente esas diferencias y confluencias con base en estudios de historia de la documentación y de la bibliotecología y con estudios de corpus teóricos.
Obviamente la carencia de estos análisis hace que actualmente coexistan las variadas posiciones sobre las relaciones existentes, algunas de ellas no por más generalizadas están mejor sustentadas. La mía particularmente, que he expresado varias veces desde distintas perspectivas en esta bitácora apunta a plantear que: La bibliotecología o biblioteconomía -que considero como palabras sinónimas de una misma profesión- y la documentación son dos profesiones distintas, con distintos orígenes, saberes propios y responsabilidades.
La bibliotecología es, en la modernidad posterior a la documentación, que derivó su conformación formal como disciplina de la bibliografía con una finalidad específica en la descripción, clasificación y recuperación de información especializada. Función que sigue siendo esencialmente la misma adecuada a los nuevos tipos diseminación, almacenamiento, transferencias y de la información misma. Los documentalistas son expertos en la recuperación y análisis de información especializada y su trabajo no ha estado directamente involucrado con un espacio físico como la biblioteca, sino con la gestión misma de la información especializada.
La bibliotecología es un poco posterior y está enmarcada en la creación de las primeras bibliotecas modernas: la biblioteca universitaria, la biblioteca nacional y posteriormente alcanza su reconocimiento formal como profesión acompañada de la creación de las pautas y criterios que dieron lugar a la creación de la biblioteca pública. Nuestro origen esta directamente ligado con los fines y principios de libre acceso a la información que sostienen a la biblioteca pública moderna.
En consecuencia, sus saberes aunque ligados por la relación información, unidades de información, sistemas de información y servicios de información, son distintos y complementarios. Saberes propios de la bibliotecología son: la formación de lectores, la educación de usuarios de la información, el desarrollo de colecciones y la promoción de la lectura (ojo, no la animación de la lectura para niños) y la gestión de las unidades de y los servicios de información. Saberes propios de la documentación son: la clasificación de información, la terminología, la medición de la información, la bibliografía y el estudio de la información documental como fenómeno.
A la bibliotecología le debemos toda la construcción teórica de las tipologías bibliotecarias y sus servicios, el conjunto de principios de administración de las unidades de administración y las pautas para la investigación de estudios de usuarios y la medición de impactos sociales de la información documental. A la documentación le debemos los criterios de conformación de los sistemas de clasificación, los vocabularios controlados y el conjunto de investigaciones matemáticas sobre la información documental: la ley de dispersión, la ley de crecimiento exponencial; la bibliometría como método de investigación y las pautas de análisis de información documental.
Como bibliotecaria puedo hacer una bibliografía, o hacer un estudio bibliométrico pero eso no me hace documentalista, como no me hace matemática el poder resolver problemas matemáticos. Sólo los documentalistas hacen la investigación y actualización de sus saberes, como solo los bibliotecarios hacemos la investigación y actualización de los nuestros. Aunque documentalistas o cualquier otro profesional pueda hacer aplicación de ellos.
La bibliotecología ha tenido a la IFLA como su vocera, una mirada a sus programas y estatutos, comparados con los de FID vocera de la documentación, puede aclarar más lo que estoy expresando. La bibliotecología a diferencia de la documentación, por sus orígenes ligados con la biblioteca pública tiene un compromiso social, que ya he expresado muchas veces. La documentación esta unida más al uso de la información especializada y actualmente a la gestión de información para el sector empresarial.
Mi llamado anterior es para los bibliotecarios y en particular para los bibliotecarios latinoamericanos. En España, donde la formación de estas profesiones esta unida, supongo yo, que sus egresados pueden optar por una y otra vertiente, según sus perfiles. Acá hay algo parecido con la carrera de Comunicación Social, allá estudian tanto para ser periodistas como para ser comunicadores organizacionales. Ahora mismo algunas universidades conscientes de la diferenciación propias de estas profesiones están separando los programas haciendo un pregrado para cada uno. Ojalá la bibliotecología y la documentación, -y hasta la archivística- alcancen también ese reconocimiento y tengan sus titulaciones independientes, así tendremos mejores profesionales en ambas áreas.
Si los documentalistas quieren y necesitan un cambio de nombre en su titulación, es algo sobre lo que no puedo opinar porque no conozco muy bien esa situación de la nominación. (Aunque me cuesta creer que arquitectos sea mejor que documentalistas.) Lo que creo es que los bibliotecarios ni necesitamos nombres nuevos, ni podemos hacer de documentalistas tan fácilmente como lo hacen parecer.
Obviamente la carencia de estos análisis hace que actualmente coexistan las variadas posiciones sobre las relaciones existentes, algunas de ellas no por más generalizadas están mejor sustentadas. La mía particularmente, que he expresado varias veces desde distintas perspectivas en esta bitácora apunta a plantear que: La bibliotecología o biblioteconomía -que considero como palabras sinónimas de una misma profesión- y la documentación son dos profesiones distintas, con distintos orígenes, saberes propios y responsabilidades.
La bibliotecología es, en la modernidad posterior a la documentación, que derivó su conformación formal como disciplina de la bibliografía con una finalidad específica en la descripción, clasificación y recuperación de información especializada. Función que sigue siendo esencialmente la misma adecuada a los nuevos tipos diseminación, almacenamiento, transferencias y de la información misma. Los documentalistas son expertos en la recuperación y análisis de información especializada y su trabajo no ha estado directamente involucrado con un espacio físico como la biblioteca, sino con la gestión misma de la información especializada.
La bibliotecología es un poco posterior y está enmarcada en la creación de las primeras bibliotecas modernas: la biblioteca universitaria, la biblioteca nacional y posteriormente alcanza su reconocimiento formal como profesión acompañada de la creación de las pautas y criterios que dieron lugar a la creación de la biblioteca pública. Nuestro origen esta directamente ligado con los fines y principios de libre acceso a la información que sostienen a la biblioteca pública moderna.
En consecuencia, sus saberes aunque ligados por la relación información, unidades de información, sistemas de información y servicios de información, son distintos y complementarios. Saberes propios de la bibliotecología son: la formación de lectores, la educación de usuarios de la información, el desarrollo de colecciones y la promoción de la lectura (ojo, no la animación de la lectura para niños) y la gestión de las unidades de y los servicios de información. Saberes propios de la documentación son: la clasificación de información, la terminología, la medición de la información, la bibliografía y el estudio de la información documental como fenómeno.
A la bibliotecología le debemos toda la construcción teórica de las tipologías bibliotecarias y sus servicios, el conjunto de principios de administración de las unidades de administración y las pautas para la investigación de estudios de usuarios y la medición de impactos sociales de la información documental. A la documentación le debemos los criterios de conformación de los sistemas de clasificación, los vocabularios controlados y el conjunto de investigaciones matemáticas sobre la información documental: la ley de dispersión, la ley de crecimiento exponencial; la bibliometría como método de investigación y las pautas de análisis de información documental.
Como bibliotecaria puedo hacer una bibliografía, o hacer un estudio bibliométrico pero eso no me hace documentalista, como no me hace matemática el poder resolver problemas matemáticos. Sólo los documentalistas hacen la investigación y actualización de sus saberes, como solo los bibliotecarios hacemos la investigación y actualización de los nuestros. Aunque documentalistas o cualquier otro profesional pueda hacer aplicación de ellos.
La bibliotecología ha tenido a la IFLA como su vocera, una mirada a sus programas y estatutos, comparados con los de FID vocera de la documentación, puede aclarar más lo que estoy expresando. La bibliotecología a diferencia de la documentación, por sus orígenes ligados con la biblioteca pública tiene un compromiso social, que ya he expresado muchas veces. La documentación esta unida más al uso de la información especializada y actualmente a la gestión de información para el sector empresarial.
Mi llamado anterior es para los bibliotecarios y en particular para los bibliotecarios latinoamericanos. En España, donde la formación de estas profesiones esta unida, supongo yo, que sus egresados pueden optar por una y otra vertiente, según sus perfiles. Acá hay algo parecido con la carrera de Comunicación Social, allá estudian tanto para ser periodistas como para ser comunicadores organizacionales. Ahora mismo algunas universidades conscientes de la diferenciación propias de estas profesiones están separando los programas haciendo un pregrado para cada uno. Ojalá la bibliotecología y la documentación, -y hasta la archivística- alcancen también ese reconocimiento y tengan sus titulaciones independientes, así tendremos mejores profesionales en ambas áreas.
Si los documentalistas quieren y necesitan un cambio de nombre en su titulación, es algo sobre lo que no puedo opinar porque no conozco muy bien esa situación de la nominación. (Aunque me cuesta creer que arquitectos sea mejor que documentalistas.) Lo que creo es que los bibliotecarios ni necesitamos nombres nuevos, ni podemos hacer de documentalistas tan fácilmente como lo hacen parecer.
febrero 24, 2004
Bibliotecario a tus bibliotecas
Desde hace algunos años ando bastante impresionada por el cambio radical que el perfil profesional de los bibliotecólogos ha dado: primero estuvo la absorción de algunas competencias propias de los documentalistas, aceptable porque en nuestro país no existe como profesión independiente. Luego vino la inclusión de las nuevas tecnologías con la respectiva adición de nuevas habilidades y responsabilidades frente a los sistemas de información automatizados y en línea.
Apartir de ahí me perdí mucho, aparecieron muchos y variados nombres que parecían querer ocultar algo vergonzoso en nuestra denominación, y algunas universidades cambiaron la titulación de nuestros bibliotecarios por otros títulos, con el argumento de que nuestro nombre no nos hacía justicia y que había que llegar al mercado con un título más llamativo. Yo siempre he defendido el nombre de Bibliotecólogos y no encuentro vergüenza, ni injusticia, ni atrazo alguno en él.
Si algo tenemos que ocultar no es nuestro nombre sino lo pobre que nuestro desempeño ha sido en muchos ambitos, y la poca visibilidad que hemos ganado en el medio. Lo que lamento es que nuestros, ahora, arquitectos, gestores y mineros se sientan mejor llevando nombres mal prestados de otras áreas profesionales, impidiendo que seamos reconocidos por hacer bien nuestro trabajo. La diversificación de nuestra profesión es necesaria y la especialización de nuestros egresados indispensable, pero seguimos siendo bibliotecólgos. O no?
Lo que he visto es la aparición de nuevo profesional cuyo plan de estudios profesional esta hecho de retazos cortados de lo creen lo mejor de otras áreas (informática, documentación, comunicación han ido desplazando nuestros saberes propios: el desarrollo de colecciones, la educación usuarios de la información y la formación de lectores) y que ha ido lentamente, pero inexorablemente, dejando atras y de lado aquello que había sido la base nuestra profesión: la administración de servicios bibliotecarios y de información comprometidos con los principios de libre acceso a la informaicón para la autoformación y democracia.
Parece que decir hoy en día que esa es nuestra formación y nuestra responsabilidad ética, espanta a muchos. Parece que para poder ampliar el número de interesados en nuestra carrera debemos fingir y transmutarnos en profesionales capaces de hacer todo tipo de malabares con la información, pero no en bibliotecas!
Qué paso? Cuándo se volvió despreciable el insustituible trabajo de dirigir bibliotecas públicas y escolares? Por qué andamos buscando nombres nuevos y que haceres distintos del nuestro es que es tan magno y que sólo nosotros podemos hacer? Por qué queremos meternos en honduras con nombres artificiosos poniéndonos al servicio de unos pocos?
Cuando los ideales de libre acceso a la información estan por hacerce, cuando la ausencia de bibliotecas públicas y servicios de información básicos en nuestros países son determinante de nuestra pobreza, los bibliotecólogos no podemos andar buscando lo que no se nos ha perdido, y menos aún andar negando lo que somos y abandonando lo que podemos hacer con nuestro saber propio, no cuando nos queda tanto por hacer: tantas bibliotecas por crear, tantos lectores por atender y formar, tantos ciudadanos a los cuales respaldar...
Apartir de ahí me perdí mucho, aparecieron muchos y variados nombres que parecían querer ocultar algo vergonzoso en nuestra denominación, y algunas universidades cambiaron la titulación de nuestros bibliotecarios por otros títulos, con el argumento de que nuestro nombre no nos hacía justicia y que había que llegar al mercado con un título más llamativo. Yo siempre he defendido el nombre de Bibliotecólogos y no encuentro vergüenza, ni injusticia, ni atrazo alguno en él.
Si algo tenemos que ocultar no es nuestro nombre sino lo pobre que nuestro desempeño ha sido en muchos ambitos, y la poca visibilidad que hemos ganado en el medio. Lo que lamento es que nuestros, ahora, arquitectos, gestores y mineros se sientan mejor llevando nombres mal prestados de otras áreas profesionales, impidiendo que seamos reconocidos por hacer bien nuestro trabajo. La diversificación de nuestra profesión es necesaria y la especialización de nuestros egresados indispensable, pero seguimos siendo bibliotecólgos. O no?
Lo que he visto es la aparición de nuevo profesional cuyo plan de estudios profesional esta hecho de retazos cortados de lo creen lo mejor de otras áreas (informática, documentación, comunicación han ido desplazando nuestros saberes propios: el desarrollo de colecciones, la educación usuarios de la información y la formación de lectores) y que ha ido lentamente, pero inexorablemente, dejando atras y de lado aquello que había sido la base nuestra profesión: la administración de servicios bibliotecarios y de información comprometidos con los principios de libre acceso a la informaicón para la autoformación y democracia.
Parece que decir hoy en día que esa es nuestra formación y nuestra responsabilidad ética, espanta a muchos. Parece que para poder ampliar el número de interesados en nuestra carrera debemos fingir y transmutarnos en profesionales capaces de hacer todo tipo de malabares con la información, pero no en bibliotecas!
Qué paso? Cuándo se volvió despreciable el insustituible trabajo de dirigir bibliotecas públicas y escolares? Por qué andamos buscando nombres nuevos y que haceres distintos del nuestro es que es tan magno y que sólo nosotros podemos hacer? Por qué queremos meternos en honduras con nombres artificiosos poniéndonos al servicio de unos pocos?
Cuando los ideales de libre acceso a la información estan por hacerce, cuando la ausencia de bibliotecas públicas y servicios de información básicos en nuestros países son determinante de nuestra pobreza, los bibliotecólogos no podemos andar buscando lo que no se nos ha perdido, y menos aún andar negando lo que somos y abandonando lo que podemos hacer con nuestro saber propio, no cuando nos queda tanto por hacer: tantas bibliotecas por crear, tantos lectores por atender y formar, tantos ciudadanos a los cuales respaldar...